verba volant scriptum manet


Me molestaba. Siempre dije que me daba rabia que mucha gente intoxicase las palabras, diciendo que sí, que lo sienten, cuando en realidad las usan para cualquier tontería. Pienso y me digo, al fin y al cabo son sólo palabras, letras enlazadas, sonidos que bostezan en tu garganta. Sólo es eso, encerramos materias, conceptos dentro de ellas y pretendemos así domarlas.Acariciarlas y que nos obedezcan cuando queramos, que se enreden entre nuestros labios, que escalen por nuestras cuerdas vocales, que dibujen realidades sobre el aire.
Y maté la magia que habitaba en ellas, arráncandoles el pequeño encanto que las caracteriza, que las hace necesarias.
Cuando un día miro el techo. Y siento el amor. Y me pregunto si esto realmente es amor, aquello que cantaban,que gritaban, que escribían, que dibujaban, que soñaban, que bailaban, ¿era esto?
Un segundo.Y mi cuerpo se dispersó entre la neblina y me sumergí dentro del universo etéreo que se alzaba sobre mí. Me absorbió la sensación de querer vivir y de sentirme viva. Un segundo, una inyección, una sonrisa.
Volví a poner los pies en el suelo y me dije que esto, esto era el amor.
Y cuánto tiempo estuve mintiendo y haceros creer mi verdad.Me envolví dentro de mi piel y me dije que nunca más.
Sí.
Fue fantástico tocar el significado de una palabra, fue como si se enroscaran entre mis dedos mil satisfacciones a la vez, riendo, corriendo por mi brazo, como cosquillas, bailando sobre mí.
No sabía por qué.
Y soy incapaz de explicar por qué estoy segura de que era amor.
Pero lo era.
Y convertí mis mentiras en verdad porque me creísteis.
Ahora yo creo.
En el trasfondo de las palabras, en lo que se encuentra tras esa máscara de trazos.
Detrás de cada palabra se esconde un sentimiento.
Atrévete.
Zambúllete.