
Todas las personas se ven corrompidas. Los grandes tiranos encuentran apoyo mediante la extorsión, ciudadanía bajo coacción que ahúlla el nombre de su líder.
Todos alcanzan el poder y son aclamados porque en nuestra mente hierve el deseo de ser el mejor, de ser un modelo a seguir, encabezar la jerarquía de la humanidad y simular ser Dios.
Lástima que los ideales que nos impulsaron hacia lo más alto, a ganarnos el apoyo justo y limpio ( casi nunca ocurre algo así, vaya) se manche con las riquezas, la ambición y el ansia de poder. Dijeron que en vez de moldear un ente perfecto, repartieron sus actitudes y habilidades para que nosotros nos complementásemos, y mediante nuestra unión llegáramos a alcanzar la perfección, la armonía absoluta y la paz.
Paz inexistente que todos queremos y por la que nadie luchamos.
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