Regreso

Ya se ha terminado. El verano, digo.
Vale, hasta aquí todo correcto.¿Y ahora qué?
- - - - - - - - -

La verdad es que no sabía si culparle a él o al de más allá. En un principio, estaba casi segura de que era un tontería sacar el dedo inquisidor y ponerme a sonsacar los trapos sucios (porque, ya se sabe, el pequeño resorte del rencor se acciona en cuanto menos te lo esperas y hay que estar preparada mentalmente para desactivarlo o para dejarlo vivir) pero estaba harta. O al menos, me sentía harta, fastidiada. A veces te despiertas y lo primero que ves con los ojos entornados es el techo blanco manchado.¿De qué? De mierda. Porque aunque no esté ahí, sabes que tu mente está proyectándola, como una diapositiva, una enorme mancha negra que se mueve, sinuosa, desenrrollando sus tentáculos para expandirse. La notas latir y te levantas. Mamá dice algo y le gruñes. Luego te lo repite, una y otra vez, y aunque no le prestes atención, oyes los mismos sonidos, no los descifras, no quieres interpretar nada de nadie, sólo una y otra vez esos sonidos asquerosos que parecen adherirse a tu cabeza y permanecer ahí, resonando, impactando contra tu cráneo, una y otra vez.



Dios santo, qué martirio.
Mamá se muestra contrariada porque no entiende qué haces.¿Cómo que qué hago?¿CÓMO QUE QUÉ HAGO? Adaptarme, mamá, un día más adaptarme.
Y es que a veces parece imposible seguirle el ritmo al resto del mundo.

1 comentario:

Individuo dijo...

Sí, yo tampoco soporto madrugar