El placer de las naranjas.

Hablo en serio.

Era una especie de proyecto, quería hacerme una foto, más bien un vídeo tenía pensado.Aunque antes de esto, debería hacer una reflexión o simplemente recordarme por qué me gusta tanto y por qué quiero guardarlo.

Lo habitual es comenzar a pelar una naranja con el cuchillo en círculos, intentando hacer las tiras lo más largas posibles para facilitar la tarea. Luego, se parte la naranja en trozos y se come, quizá sólo por la mitad, o en pequeñas porciones, pero al fin y al cabo, la partes y te la comes.
Sin embargo, a veces me cuesta pelarla, voy a trompicones o incluso el filo del cuchillo roza mis dedos,no me corto pero casi.
Lo bueno es, que una vez conseguido, a Paloma le encanta comerse lo blanco y que algunos califican como insípido, que se queda entre la piel y la propia naranja. Lo hago por separado, primero lo blanco con tonos anaranjados y luego ya la naranja en sí.

Pero, una vez acabado el proceso de "limpieza" por así decirlo, Paloma muerde la naranja como una manzana, bueno, no exactamente. Me gusta incrustar mis palas en la naranja, atravesarla con los dientes y una vez hecho, absorber el jugo. No es un proceso muy vampiril, ni nada por el estilo, es la mejor forma de comerse una naranja. Si cierras los ojos puedes sentir el sabor ácido que se va colando en tu boca. Es perfecto. Además, puedo tardar una hora en terminármela porque me instalo en ese momento, en el gusto por la naranja, su sabor y su color.
Confieso que no siempre me la he comido así, ni mucho menos.
La primera vez fue en la cocina, haciendo compañía a mi madre mientras estudiaba. El flexo iluminaba parcialmente la mesa y yo me refugiaba un poco en la oscuridad con mi nuevo descubrimiento.

Puede parecer una tontería, puede parecer una simple forma más de tomarse una naranja. Claro que lo es. Pero en el fondo, me encanta. Y eso, lo convierte en un placer, el placer de las naranjas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los pequeños placeres de la vida pueden llegar a ser mejores que los grandes...
Involuntariamente he recordado un libro, quizás lo conozcas.
"La elegancia del erizo."