Lo que quise decir pero no pude

Una de las cosas que se me pasó por la cabeza fue el cambio radical que ha sufrido la figura del héroe en los últimos tiempos. No hay que olvidarse de las dos Guerras Mundiales, además de la endemoniada Guerra Fría. El XX, un siglo que parece de fotografía en monocromo, está a la vuelta de la esquina, ondeando un pañuelo blanco mientras tú sigues caminando hacia delante.Parece mentira, pero como dijo Tyler, nuestra guerra es espiritual porque los conflictos bélicos actuales apenas nos afectan de manera directa. Todavía quedan familias rezagadas porque sus hijos han sido enviados a Afganistán, y se encogen en el sofá apretando la fotografía de sus patrióticos retoños.Pero es que, e n general, concibo este siglo XXI como el de la búsqueda en el arcaico baúl del desván. Es como si se hubiera sacado de nuevo la baraja de cartas y se hubieran dispuesto sobre la mesa bocabajo. Día tras día, vamos destapando su identidad. Y es que este parece el siglo de "lo cuestionable", cuando todavía quedan arraigados religiosos, radicales que se niegan a ser flexibles, escépticos que repudian cualquier teórica abstracta, empíricos que se respaldan en las nuevas tecnologías.



No obstante, sería muy injusto decir que este es el siglo "crítico", cuando para mí eso es imposible, puesto que a lo largo de la historia, el hombre se ha ido cuestionando su papel en la sociedad (si se la conocía como tal), su posición en el mundo, sus acciones y las consecuencias desencadenadas, el escenario natural que nos rodea, las "paradojas" cotidianas, los sentimientos, los instintos y los comportamientos humanos. Pero sí que es cierto que, a pesar de que exista la comodidad de ajustarse perfectamente al molde de la época, observo que la gente parece tener más iniciativa. Quizá sea un engaño y sólo sea cuestión de horas que baje el telón y finalice el espectáculo. Pero siento, siento con verdadera intensidad que hay gente que busca, curiosa, husmea y trata de desvalijar esto que llaman presente. Y claro que existieron figuras importantes y no tan históricamente relevantes que contribuyeron al mundo de la ciencia, de cualquiera de todas ellas, que se replantearon un nuevo modelo organizativo o que impulsaron ese afán de protesta reivindicativo.
Y sin embargo, quizá sea porque, obviamente, lo noto latir con más fuerza porque este momento sí lo estoy viviendo cada día, veo cómo la figura del héroe ha cambiado de una manera espectacular.
Allá cuando la industria Marvel sacó a la luz unos hombres musculosos que luchaban contra el crimen y ayudaban a suturar cualquiera de las heridas que hacían sangrar a la casi casi perfecta sociedad estadounidense, el hombre moderno se ha vuelto mucho menos optimista. Y el papel de Dios es constante, lo cual es totalmente plausible, que una figura tan abstracta haya podido permanecer en el ránkin de celebridades a lo largo de toda la historia que conocemos hoy en día es espeluznante, no me cabe ni la menor duda. Pero ahora, ¿queremos un superman?¿Necesitamos realmente un spiderman que nos garantice un sueño profundo?


De este modo, en Fight Club se nos revela el yo ideal, el nuevo héroe edificado con las frustaciones, los fracasos del siglo anterior. Porque nos dimos cuenta de que no podemos morir por ninguna causa en absoluto, porque ya no queda a quién proteger. Ahora no tenemos miedo por una posible amenaza exterior, sino la inoculada en nuestros cerebros. El Estado de bienestar nos incomoda y ya no nos envolvemos en nuestros reconfortantes nórdicos, sino que pasamos las noches contemplando el techo.Y es que queremos volver a jugar, sin miedo, poder romper los juguetes, llorar por el castigo y retozar por la alfombra, como cachorros de león que se mordisquean las orejas.No hemos sido educados para manejar armas, nacimos como la esperanza de un mundo nuevo, como un "hijo, aquí tienes el mundo que ha costado tantas muertes, disfrútalo". Sin embargo, yo me encuentro adormilada y cuando tan de vez en cuando se despierta uno de mis instintos animales, lo retraigo.Busco las riendas y lo ato con fuerza, para que no se escape, para que no se expanda, y asiento. Porque aquí todos hemos firmado un pacto social, no a la violencia, sí a la paz.
A la mierda. Yo quiero ser aquella que realmente haga lo que le de la gana, juegue con los trozos rotos de la sociedad, sufra, se joda, se retuerza y a la vez encuentre la alegría, como un niño, en el mero hecho de romper. Me gustaría poder moldear, destrozar y recolocar, como un castillo, pieza por pieza. Porque soy una inútil del siglo XXI, mi fuerza física se reduce a dos patadas mal dadas, mi intelecto, por llamarlo de algún modo, sólo sirve para sedarme.Tyler es los impulsos que todos los días retenemos, cada vez menos porque apenas los escuchamos, exteriorizados hasta un límite cada inconcebible. ¿Por qué? Porque ya llevamos unos cuantos años domesticados. Y qué curioso, que ahora que nuestros antepasados han luchado para que podamos estar en un mundo sin conflictos aparentemente tan sangrientos, en una sociedad "pacífica", parece como si nosotros tuviéramos que cruzarnos de brazos y sonreír.Porque la vida es maravillosa, viva la democracia, el Estado me quiere, yo soy parte del mundo, soy una ciudadana y lo cómodo que es tener ya el trabajo hecho. A mí que me me manden, que no sé ni cómo se coge un AK-47. Tranquilos, tranquilos, si me pongo tonta sólo pegaré cuatro gritos, porque me enseñaron a esgrimir las palabras como cuchillos afilados, a maldecir a vuestros antepasados.Sin embargo, mucho me temo que varios improperios y apologías bien razonadas no pueden con ninguna bala.

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