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Como en la última película de Woody Allen donde el protagonista manifestaba una aversión por los tópicos, yo también he torcido el gesto más de una vez cuando me decían algo que encajaba con los esteoreotipos, opiniones que en su momento osé calificar como superfluas, y estoy convencida de que esta actitud habrá irritado a más de una persona.


Porque un ejemplo claro pasó el otro día, cuando me hablaban de la Sombra del viento mis amigas y me decían que era un libro precioso y que les gustaba. Yo me metí los dedos en la boca y al segundo las miré, burlona, arrugando la nariz. Así que seguimos caminando hacia la mascletà, se pusieron las tres a conversar sobre el final, se escapó un "las segundas partes nunca fueron buenas" y otras pinceladas que no me interesaban en absoluto. Anduve y mientras recordaba la de veces que lo he hecho cuando me mencionan ese dichoso libro y me asqueé un poco al pensar que puedo llegar a ser bastante repelente. No se ofendieron, ni mucho menos, porque me conocen y saben que lo hago de broma, que lo pienso pero que de vez en cuando dejo escapar mi opinión entre sonrisas y lo suavizo. Pero pensé en los prejuicios y los estereotipos,en las primeras y segundas oportunidades que no concedo cada día, las borrosas impresiones que genero en cualquier momento sobre los demás, y todo ese cúmulo de percepciones que carecen de valor. De este modo, volví de nuevo al ámbito de los tópicos y apreté los dientes, mira que da rabia cuando alguien deja suelta una de esas malditas frases cargadas de adoctrinamiento rápido y eficiente. Sí, lo he dicho, son útiles y ayudan a recordar que lo que casi siempre sucede es muy probable que vuelva a ocurrir. Ya sabes, más vale prevenir que curar, quién avisa no es traidor y cuando el río suena agua lleva, cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar.Así hasta el infinito y mira que me irrita, al menos lo hacía, era momento "pataleta", ¿por qué tienen razón? El hecho es que nos cuesta aceptar a veces que, a pesar de que todo es muy ambiguo y volátil, también hay constantes que ayudan a reforzar la idea de la existencia de unos pilares que sustentan todo lo demás. Porque la hiedra necesita un soporte por el que deslizarse caprichosamente, aunque luego se tuerza hacia un lado o hacia el otro, como le venga en gana. Así que hay que aceptar que la probabilidad juega un papel muy importante a la hora de jugárselo todo o de plantarse, el as todavía permanece en la baraja. Descártate, utilízalo a tu favor, cree, inventa hipótesis, teoriza.Pero siempre habrá cartas ocultas, sean las que sean, bocabajo están despositadas y con una suave caricia, saldrán a la luz, como las coincidencias, o para ser menos empalagosos, como los hechos y los sucesos, los holas y los te quieros.Tuve que cambiar de postura, a la fuerza, porque el tiempo pone a cada uno en su lugar, así que refunfuñé un "es cierto, vaaale, lo reconozco, funcionan".
También es importante señalar que dentro de los refranes y dichos populares hay algunos que ayudan a guiar, otros que sirven para consolar y los que, en resumidas cuentas, parece que sirvan para escarmentarte (¿más todavía?). Son como acordeones de papel que se despliegan delante de tus narices, y que, con una voz un tanto familiar, sentencian.Así que les pillé el punto, y decidí utilizarlos, a veces incluso confieso que digo demasiados, pero son tan útiles, tan odiosamente oportunos que por qué no enseñarles a los demás los fósiles que quedaron de la sabiduría de viejos tiempos. Antaño, suspiraba.Recuperar la brevedad y la precisión, dejarse de frases largas e inconexas, barrocas y voluptuosas, que al volcarlas apenas caen resquicios de susurros sobre la palma de tu mano. Y lo más gracioso es que lo digo yo, que me encanta enredarme en tu pelo, recordar el exquisito aroma de la lluvia al caer sobre tus sueños.
Quizá lo mejor sea saber cuándo escatimar y cuándo florecer.

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