Contra tiempo

Sembla que mai morirà.

Hoy volví a encontrarme con el hombre que jamás morirá. En el autobús, fue esta vez. No pude saludarlo, pero lo vi al girarme. A pesar de que me daba la espalda, sabía que era él porque ya nos conocemos y nos hemos saludado varias veces. El hecho de que sea un miembro de familia lejana, lejana y distante hace que me pregunte, ¿heredaré yo esa permanencia en la Tierra?¿Viviré hasta el fin de los días como lo hará él? Ya se verá.
Es curioso, pues su piel delimita con exactitud el contorno de su cráneo y, creo que por este mismo motivo, siempre se colca una gorra azul que le da un aspecto más... juvenil.No encuentro el adjetivo para describir que al pobre hombre un simple complemento le da algo de vida. Porque lo que es su mirada, y su mandíbula no desencajada, pero que se desliza con mucha frecuencia al hablar, denotan que el paso de los años han hecho mella en él. Si me preguntaras la edad, no sabría decirte, así que no lo hagas. A pesar de todo ello, siempre es correcto y me saluda, casi siempre con un gesto de aprobación bastante amable y de vez en cuando, si la ocasión lo requiere, deja caer alguna palabra cordial como un "hola" resquebrajado. Porque todo cuanto sale de su boca, son como cristales ya rotos que vuelven a quebrarse de nuevo cuando intentan volar y planear suavemente por el cielo hasta posarse en los árboles.No obstante, todos sus pájaros están muertos y cuando intentan salir y reproducir una dulce melodía, se lleva la mano a la garganta y trata de no torcer el gesto,porque siente cómo los animalitos se entristecen en su interior.


A mí me da mucha pena, no porque no pueda hablar, no por su mirada triste y vacía, sino porque es un esqueleto que parece estar condenado a divagar por este mundo, como si todavía tuviera una cuenta pendiente con el Ser Superior, que lo vigila desde lo alto. Y cada día, parece que una tecla se vaya rompiendo y el compás se ralentiza, parpadea y respira profundamente, para poder recoger todo el aire posible. Pues busca la esencia de las cosas, dudo que se preocupe por el tiempo puesto que ya debe de tener más que asumido que no le corresponde seguir aquí, pisando tierra, siendo tan cordial y agradable todos los días. Sabe que éste es su nuevo destino y lo afronta, se acomoda en él.
Cada vez que lo veo, es como si algo se debilitara en mi interior, como si pudiera leer en su mirada la infinita tristeza que ha enterrado para poder seguir con vida. Es un niño si su pelota.

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